Coincidiendo
ambos en el rito de depositar modosamente los residuos domésticos en el contenedor
de la esquina, uno de ellos interpeló al otro, preguntando -porque lo había
reconocido- si era aquel músico, etc. que, años atrás, había despertado su
atención y su curiosidad.
Cuando
la respuesta fue afirmativa, bien que matizada por el comentario natural y
voluntario, por la obviedad de que el tiempo nos cambia*, el de la buena
memoria, el acertado fisonomista añadió palabras de elogio y agradecimiento,
manifestando que seguía aún las ya restantes actividades del otro, vía “facebook”,
etc.
Y
comentó que la evolución temática de ese “blog”, de bastantes años ya, que
frecuentaba como muestra y pista a seguir, iba derivando a reflexiones menos
festivas y algo alejadas de un “sello de
la casa” que fuera notorio por su “vocación
irremediable”.
Esa
amable referencia, los puntuales indicios detallistas, esas citas o alusiones precisas
y demostrativas han motivado en este redactor en relativa retirada el natural
punto de cortesía y el propósito de rebuscar en líneas pretéritas el asomo de algún
texto clásico, “de la casa”, que no desdiga de aquellos antecedentes.
A
ver qué sale.
*El
calendario no recula nunca, enseguida se ve que tiene muy mala voluntad”, como escribía Cela.
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