Incluso
por tu costa, incluso por mi costa, desusadas temperaturas repentinas, 1ª ola
de calor coincidente con el verano oficial del calendario. Que parece que va
-que irá- a más, año tras año.
Cada
vez almuerzo más temprano, costumbre esa que compartíamos en nuestros
encuentros; los que se fueron espaciando porque tu ánimo (quizá premonitorio)
ya iba siendo decreciente.
Ahora
detalles laterales te evocan: el modelo de Volkswagen que en la última etapa
tuviste; el descapotable anterior, cuando Santa Pola, con la estrella de prestigio
en el morro; “perretes” que llaman mi atención y podrían ser el Lennon que te
acompañaba durante años. Las reflexiones y las compartidas añoranzas de
Sevilla, esa morbosa querencia que jamás cesa. Los chistes que nadie me contará
ahora.
Hasta
mis andares por el paseo marítimo, me parecen tener una cadencia semidesencajada
y navegante, un tranco que me recuerda al tuyo, en tus reiterados paseos por el
Altet, por el Rincón luego.
Teníamos
la idea de que la vida no podía durarnos siempre; pero que, de modo razonable,
dúo de ilusos sin verdadera convicción, un margen por delante iba a quedarnos,
mientras fuera posible alimentar con optimismos inverosímiles el espejismo.
Me
pilla todos estos meses desprevenido, no el echarte de menos, Cabo, sino la
frecuencia, la cantidad. No estaba preparado (ni tú, hay que joderse) para este…
¿cómo se llama esto?
Querido amigo, creo que tenemos que admitir que esto se llama "desenlace". Fuerte abrazo desde la sierra de Madrid, ya hoy a 38 grados.
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