Parece
que hay personas que sosiegan las cuitas (las graves, las extremas) rebajando
el impacto con fórmulas diversas de la serenidad.
Iba
a escribir que me alegro por ellas; pero voy a dejarlo estar.
Porque
todavía, a mis años, se me encrespa el carácter y tira mucho más a la
desesperación y la impotencia; a una rabia indignada, en los antípodas de la
inteligencia y la reflexión, que es útil sólo para que la tensión arterial haga
de las suyas. Así que comprenderlas no es la palabra, aunque puede que sí, que
lo lleven mejor, con más comodidad.
Tus
últimas noticias, no por previstas en el tiempo son menos dolorosas. Era una
calle sin salida, el “twist of fate”
que Dylan dice, que sólo cabía aplazar. Has hecho y harás todavía lo que quede.
Aquí
estamos, aunque enanitos, para compartir el pulso, desconcertados -o
avergonzados- por no servir para más.
Y
que os queremos, eso va a misa.
-¿Ya
sabe Vuesa Merced
que no es piadosa la vida
cuando sólo nos propone
callejones
de nula o mala salida?
-Seor soldado, bien lo sé.
Y permitidme añadir,
porque lo da la ocasión,
que es muy difícil seguir
en medio de emoción tanta,
con llanto en el corazón
y este nudo en la garganta.
¡Y que nos quede en las manos una copa de ron para el último brindis! Dios te guarde, Maestro.
ResponderEliminarDios, qué nudo...es un buen amigo. Un achuchón fuerte, querido Nono
ResponderEliminar