Para
ayudarse a digerir la certidumbre demoledora de su pequeñez (que su reino
tampoco es de este mundo, vamos), el Hipocampo ocasionalmente recurre a esa
olla múltiple que es el internete, con su seductor catálogo de dispersiones y
su condición ambiciosa de infinito.
Con
un temblorcillo casi imperceptible que interrumpe su aparente, extática
suspensión, sus pensamientos a menudo estupefactos y por demás; y desde luego
sin abandonar, que falta no hace, los placebos de su burbuja/acuario, el
Hipocampo cede curioso al vaivén metafórico que, entre las galaxias y los
abismos, el Plegablito II le ofrece.
-¿Aclararéis, para los neófitos, lo que eso
es?
-De nuevo: un ordenador portátil, de
color blanco.
-¿Y no os parece una descripción trivial,
nada esbelta, aquejada de la imprecisión propia de vuestro daltonismo?
-Os andáis por las ramas, seor soldado.
-Que me lo digáis vos, el Señor de los
Circunloquios…
- Modérese Vuesa Merced y no me
distraiga.
Lo
cual que nos llegan los interesantes experimentos y el arte desenvuelto y
atrevidillo de “las Migas” quienes, con “El mar” Alegrías de Cádiz (esas notas
deliciosas del violín, con intenciones de tono menor) y otros quiebros gustosísimos,
nos desvían, sólo momentáneamente y a modo de antípodas, del embeleso “ruiseñor”
de la Rusby.
-¿Recomendación?
-Y no muy cautelosa, “pa” que vea Vuesa Merced.
Joder, tío! No he entendido nada!!!
ResponderEliminarQué cadaver vas!!!!
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