domingo, 3 de abril de 2022

Que el cuerpo aguante

 

Bornos, Olvera, Campillos, Antequera;

y después Archidona a la que Cela

citó con donosura chocarrera.

Y más allá, no lejos de Granada,

en los predios de Loja, Riofrío.

 

Coincidiendo sin premeditación con el quincuagésimo segundo aniversario de la fecha de ingreso en la Marina de Guerra, imagínense, ayer, un ya mermado grupo de veteranos supervivientes de aquella colosal y pintoresca aventura nos reunimos para almorzar copiosamente mientras repasábamos anécdotas remotas y asumíamos con calma y sin asombros nuestro aspecto de abueletes y la prominencia colectiva de nuestro abdomen, que solía ser plano y hoy presenta nuevos kilos y volumen.

Riofrío: el sitio es hermoso, rumorosa el agua, apacibles los árboles, pocos los habitantes y contados los visitantes que ahora, fuera de la temporada más vacacional, no llegamos por suerte a agobiarlo. Las gentes de allí han ido desarrollando unas interesantes instalaciones para la cría de truchas y esturiones derivados a ese caviar que parece que sólo saben hacer en otros países. Ahí demuestran lo contrario.

Bucólico y rústico, puente de piedra con tiempo y con historia, patos por el río. Un buen lugar. Un bálsamo, nuestros paisajes andaluces.

Puede ser que el ánimo de Ud. tienda a la melancolía; ya la cantaora lo dice con sabios e ineludibles barruntos: “… triste si pienso en lo bueno que tengo que no pue’ dura’…”

Pero que el cuerpo aguante.

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