viernes, 25 de febrero de 2022

Por mucho vodka que se haya echado al coleto,

 

no parece que el gran jefe ruso se haya vuelto loco sino que tiene muy malísimas pulgas.

Y un pavoroso estilo de matón. A gran escala, en su caso. Pero conviene tener presente que los matones (que de eso hay también por aquí) funcionan así. Desde los broncos “hooligans” hasta los pistoleros del tiro en la nuca, los narcogángsters de la escuela histórica de Escobar, Ochoa y Lehder, y sus émulos recientes, pasando por los energúmenos vociferantes que exhiben ciertos delirios para susto nuestro y para la vergüenza que nos toca cada vez que, como el miedo acobarda, cedemos terreno ante los criminales y sus salvajadas.

Lo que sí está asegurado es que, por ese camino, se va derecho al abismo; al más redondo y garantizado de los fracasos.

 

Así que vamos viendo. Putin & Cía: son los mismos soviets, los comunistas sin despintar. Los de siempre. Y también, monísimos, los enanitos retorcidos que van de equidistantes tibios, de boquitas fruncidas con el buenismo falsorro de los chungos.       

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