no
parece que el gran jefe ruso se haya vuelto loco sino que tiene muy malísimas
pulgas.
Y
un pavoroso estilo de matón. A gran escala, en su caso. Pero conviene tener
presente que los matones (que de eso hay también por aquí) funcionan así. Desde
los broncos “hooligans” hasta los pistoleros del tiro en la nuca, los narcogángsters
de la escuela histórica de Escobar, Ochoa y Lehder, y sus émulos recientes,
pasando por los energúmenos vociferantes que exhiben ciertos delirios para
susto nuestro y para la vergüenza que nos toca cada vez que, como el miedo
acobarda, cedemos terreno ante los criminales y sus salvajadas.
Lo
que sí está asegurado es que, por ese camino, se va derecho al abismo; al más
redondo y garantizado de los fracasos.
Así
que vamos viendo. Putin & Cía: son los mismos soviets, los comunistas sin
despintar. Los de siempre. Y también, monísimos, los enanitos retorcidos que van
de equidistantes tibios, de boquitas fruncidas con el buenismo falsorro de los
chungos.
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