impertérrito doncel
asequible al desaliento
(según nos canta en sus cuentos
de frecuentes contenciosos
con la común soledad),
es no obstante correoso
y animoso timonel
de una barca personal
que, contra el respaldo escaso
que en estos tiempos reciben
quienes en decente escriben,
no abandona el redondel
y duro cual pedernal
en batalla desigual
lidia su histórico toro.
Y persiste
con denuedo hispanomoro
en canciones de estructura
y de genio y de figura
y oficio garantizados
que, si otros fueran los hados,
versiones de mercader
multitudinario al uso
les harían florecer
derechos de autor profusos.
Se ve que impide su casta
sucumbir a la erosión
que a tantos otros desgasta.
Y conserva la ilusión
aunque a veces se pregunta
qué pasa a los conocidos
que parece que a peor
fueron idos.
Con perplejidad adjunta
analizábamos trances
hace tiempo compartidos.
¿Y es hora de hacer balance
de esas palmas que, remisas,
descienden de los tendidos?
¡Mucha suerte para el artista!
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