jueves, 17 de febrero de 2022

En la burbuja

 

Habitante indiscernible de la cápsula acristalada que supone el porche transitorio hacia el jardín que se abre al mar, ralos y desocupados transeúntes que en sí mismos carecen de explicación fuera de temporada, podrían hacer cábalas, siempre desorientadas, acerca de su origen, permanencia, no debelados fundamentos y propósito, cuando de soslayo, sin que tampoco importe a su curiosidad, lo observan anclado en la voluntaria sugestión náutica de eclécticas, indiscriminadas, fagocitadoras lecturas de la más variada condición…  y encima que a esas deshoras, que ya te digo yo que eso cómo va a ser, a ver, ni quién lo entiende; pero lo que es ahí, que parece que ni se moviera, se le amontona el tiempo, un tiempo como hecho de cormoranes, de camarones, de piedra ostionera, de… a ver si tú me entiendes: como…

… un átomo central y paradojal/contingente de un modesto cosmos alternativo, arduamente elaborado, demorado, transmigrado y transido de ráfagas de esa conciencia más alterada que un pentagrama que hiciera su deriva de fantasía intermitente, flecos y flores del insomnio y de los sueños, brumas del recuerdo inseguro y a ráfagas, y cautelosamente procura establecer una relación entre el presente que de inmediato ya se está desvaneciendo y el incierto futuro, ése, aleatorio, cuyo telón final sólo el Destino conoce, con sesgos de secreto marinado a lo hondo como un “bienmesabe”, una incertidumbre ajena a toda consideración…

-¿Se te está yendo la cabeza?

-Menos de lo que imaginas.

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