Con
un burdo disfraz de “progres”, se empeñan en seguir la estela de negras
secuelas que en Cuba, Venezuela, Nicaragua, mantienen sus respectivos y
mafiosos sátrapas.
No
es que ignoren tales ruinas. Es que eso mismo favorece su infame condición de
gobernantes parásitos, de chulos que se reservan los resortes del ventajista y,
como tramposa cobertura de sus desmanes, van repartiendo trozos, o migajas, de
la tarta, subvenciones, vaselina con la que engrasar y anestesiar al personal,
fomentándole la impotencia, la negligencia y la consecuente sumisión; anulando
cualquier brote de rechazo a fuerza de azuzar las envidias y los rencores DE
CLASE (con esa tóxica jerga teorizan) contra los ricos que, claro, son el
demonio sobre la Tierra; o simplemente los que con su esfuerzo y su trabajo
procuran salir adelante y cuyos bienes saquean con mentirosas “medidas sociales
y democráticas”.
No
merecen el aura legendaria, aventurera de un relato de Conrad o Kypling: son
solamente el bastardo y barato remedo de los corsarios que asaltaban en la alta
mar a los navíos, para despojarlos y medrar con el botín.
Observad, paisanicos: bajo el manto de
esta FALSA izquierda, hay verdadera mierda.
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