La
aparatosa “merdé” de ese jefe o lo
que sea, Polisario, que nos traemos al hospital, con lo humanitarios que “semos”,
dizque para curarlo, y que luego había que juzgarlo pero resulta que quizá no
había causa suficiente, así que medio lo dejan en libertad y además le habían
dado el alta médica, o él mismo consigo mismo se la tomó por su cuenta, y más
adelante se lo vuelven a llevar fuera, un avión no cuela pero otro diferente,
sí…
…toda
esa madeja, mucho más ridícula y cutre y atropellada que misteriosa, como no da
para un poligonero James Bond de todo a cien, termina siendo “explicada”, con
otras cucamonas y monerías ectoplasmáticas, por MªJesús Montero, con sus
acostumbrados silogismos (que con otra desenvoltura aspirarían al retruécano),
con su firme acento de caseta de Feria de abril en Sevilla, potenciado por un
vestuario de estampada añoranza flamenca y veraniega, entre otras desorientadas
semicorcheas.
La
confusión del equipo desgobernante, balbuceante, tanteador y reculador depende
del día, otras veces empecinado en delirios y errores de índole diversa, tiene
uno de sus más ejemplares exponentes en esta señora que con apenas pestañeos nos
sirve generosas dosis de estupor, cotas altísimas de esa risa floja que
promueve el absurdo.
Habrá
que agradecérselo con una serenata o rondalla que la jalee interpretando para
ella la mejor versión de “Clavelitos” y otras piezas musicales de repertorio.
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