Con
intención algo burlona, con ánimo claramente paródico, denomina a ese
itinerario “el circuito”. Esa ironía ya desautoriza cualquier arrogante
pretensión que ni antes se habría permitido.
Seguro
que en alguna entrada (aquí, el lenguaje técnico: qué bárbaro) de este “blog”,
que va juntando canas, os habré dado cuenta de ello. De hecho, en años
anteriores dispuso de varios “circuitos” en cuya alternancia podía encontrar
alivio al inherente tedio; en el presente “repliegue” de sus tropas, se ciñe al
más próximo, practicable y elemental de entre aquéllos.
Lo
explicaré para los neófitos: cada cierto tiempo, cuando lo atormenta la
vergüenza de estar sucumbiendo largas temporadas al sedentarismo (con el
consecuente aumento de peso y del contorno abdominal, estilo
Gambrinus-Cruzcampo), el postergado sentido del deber brota en forma de impulso
(por intermitente y desmayado que digáis) de hacer suyo ese propósito que popularmente
avala el dicho de que “el que mueve las
piernas, mueve el corazón”.
Esa,
así tal cual, es una afirmación más reductora que discutible. Y con todo, de
nuevo la admite como divisa observando, al mismo tiempo, lo que tiene de
fatalismo surrealista.
Digo
que “el circuito” consiste en una hora caminada por la “urba”, calles+-paralelas,
comprendidas entre paralelas+-perpendiculares.
Actualmente
ha llegado a dos conclusiones: la evidencia de la disminución que la edad dicta,
en el rito, a la velocidad del paso; la utilidad de realizar la gesta
prescindiendo de toda impaciencia, impartiendo un “vade retro” al ansia de
terminar, lo que consigue una casi disolución del tedio ya señalado.
Luego,
queda esa sombra en su mente que le pregunta hasta cuándo.
Querido amigo: Obligado por razones "coronarias", pero la misma ruta de paralelas o para "lerdos", es la misma sensación que se siente en el circuito que rodea el parque de Aluche (alias Carnicerito de Málaga) lleno de pensionistas. Igualito que los 8 km.de la playa Barrosa!!
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