En
las pausas de este “tiempo consumido en nada”, de todo nos llega por la “tele”.
Cualquier
cosa. Algún lugar de Almería, en el que van dando por perdida irremisiblemente
una encina que ya sucumbe a los achaques inherentes a sus mil trescientos (o
así) años de existencia.
Deben
ser cosas de la edad, este instantáneo conmoverse por una pequeña noticia,
náufraga en el torrente furioso de los líos cotidianos.
-Igual, gajes del simbolismo, lo que
vamos interiorizando; o la ternura que van posando los años en lo que fue (o
sólo lo fingía) aquella “roca
que nunca llora”; lo de la armadura, etc.
-O este repertorio de las borrascas
bautizadas, ya te digo.
-Quita, quita.
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