En las jornadas previas, o preparatorias, de la efeméride que mañana, "con el permiso de la Autoridad y si el tiempo no lo impide", tendrá lugar, dos artefactos han ido incorporándose al devenir de Lady Taladro.
El que, de ambos, más ha despertado su adhesión y, cabría añadir, su entusiasmo, es un lanzallamas portátil que hace sus delicias por el alto nivel de funcionalidad y la inmediatez de su respuesta eficientísima, aunque el Hipocampo, siempre remiso con la tecnología, prefiere, de momento, la tradición de la caja de fósforos (cerillos, por otro nombre) para los menesteres que requieren las previsibles intervenciones.
Por otra parte, incomparable y lejana desde luego, de las implicaciones de cualquier lecho de Procusto, la nueva explanada para el reposo ha evidenciado una firmeza inaudita y superior a lo esperado y a lo que la experiencia probatoria, necesariamente breve y circunstancial, entendió al momento de su elección. Pasados los primeros desconciertos y el estupor y la zozobra naturales que se derivan de unas decisiones que calificaremos de éxito y consecuencias todavía por determinar, la facción más impasible del dúo está procediendo a lo que podríamos llamar sin desdoro preliminares de doma y ya iremos viendo.
Ante la danza de cíclica parsimonia con la que se suceden los calendarios para reflejar el misterio del Tiempo y sus aconteceres, ¿cómo no señalar con relieve y cauteloso júbilo la fecha de mañana?
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