Las intervenciones, bien que necesarias o convenientes, que en el acuario metafórico del Hipocampo vienen teniendo lugar a lo largo de sucesivas jornadas, claro es que iban a incidir con incómodos trastornos en el delicado equilibrio mental que a este redactor caracteriza.
Precisamente no es el tipo de situación que favorece el ánimo, tan por lo general quebrantado de insomnios y frecuentes desvelos. Conque ya imaginarán Vuesas Mercedes que el deseable sosiego que uno elige para cualquier discurso (tan ausente en el fragor de la albañilería y el arsenal de máquinas con el que horadan y cortan y golpean diversos materiales de las más variadas condición y resistencia), los residuos inherentes, la relativa suciedad sobrevenida...
¿A qué ponderaros cuanto de caótico asoma su preocupante color sobre el lienzo que pretendemos sereno de nuestras vidas? ¿No parece a la consideración de Vuesas Mercedes que ello bastaría para interrumpir las líneas del "blog", para dejar, en el peor de los supuestos, un sedimento amargo de agotador desconcierto, un mínimo maremoto cuyas consecuencias acaso tarden en desvanecerse?
El Hipocampo procura sobreponerse, y aun así...
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