Para escenificar su "olímpico desdén" hacia los intervinientes que no se acomodaban a sus planes, el más ubicuo y oficioso de nuestros vicepresidentes fingíase distraído con el telefonito móvil y el gesto de "simpatía arrolladora" de costumbre. Quién sabe qué arcanas enseñanzas extrajo de tan rigurosa concentración; tal vez algún pronóstico esotérico, alguna indicación clarividente de Esperanza Gracia o del ya célebre "Maestro Joao".
Cuando levantó la cabeza, tan gravemente ocupada de pensamientos profundos como de frondosa cabellera, era, en el miniestrado a medida, la alocución de Echenique quien, al ser un cercano corifeo, goza por el momento de la compasión del "soviet supremo", aunque en ocasiones se desvele y estremezca recordando (presintiendo) la historieta del escorpión que ejecutó a la rana tras haberse servido de ella para vadear un río, creo.
En suma, tal acólito pronunciaba un discursito de rancios tintes pasados de toda moda, rebotado de telarañas acusadoras de la siempre "infame" derecha, que remató en vocabulario raquítico y progresivo aburrimiento, a cuyo término, el líder indiscutible, con su mochila de "indignado" a cuestas, salió del "hemicirco". (La aviesa insinuación de urgencias mingitorias, que los rumores propagarán, no se sustenta al carecer del aval que le niega una próstata relativamente joven.)
Uno mantuvo una pasable atención hasta que fueron saliendo con camisillas de pijama kitty-kitty algunos de nuestros pintorescos y aldeanos parlamentarios. Porque uno ya aguanta menos que cuando, con muy otra y mejor motivación, salía de nazareno los Jueves Santos, durante 7, 8 horas de recorrido, en la Cofradía de la Virgen del Rosario, Montesión, Sevilla. Y es que eran otros tiempos.
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