Si un psiquiatra, argentino por más señas,
pudiera examinar tus desvaríos,
la obsesión rencorosa con que sueñas
tu desquite "nefando" con los tíos,
¿quedaría confuso e indeciso?
Si, para colmo, fuera circunciso
por mor de religión u otra quimera,
¿qué pensara de tanta carraspera
que, envenenada, trufa tu discurso?
¿Tendría algún recurso
en su catálogo de tratamientos
para templar tu ardor calenturiento
y disuadirte del allanamiento
que, a barlovento o bien a sotavento,
contra la última y viril frontera
tramas, saliendo de tu madriguera?
¿O acaso, estupefacto por el susto
ante tu atrevimiento
y lo reconcentrado de tus gustos,
de forma blanda y dócil cedería,
para no provocar tu descontento,
y un luminoso día probaría
tu argumento, después de algún ungüento?
Para la metafísica, la duda
en el aire, en suspenso, así se queda.
Tu grotesca actitud, ¡qué zafia y ruda!
¡Qué almoneda, lejana
de la elegancia del Cisne y de Leda!
Para esta Beatriz no existen Dantes...
ResponderEliminarNi Tomantes, amigo, ni Tomantes