Podo el jazmín azul en el jardín.
Es un acto de fe que determinan
el tedio y, algo, la temeridad.
Con mis tijeras de podar sin filo,
con la cintura que se me resiente
-- son cosas de la edad --
cuando me inclino a retirar las ramas
que he dejado caer, inconsecuente,
"por ser medroso y lento jardinero"
(ese verso que a Nono parecía
como de perlas, terso y ocurrente),
en dos horas de sol y de faena
ensayo mis criterios: la condena
por decapitación va con los tallos
y ramas que mi daltonismo opina
que son de un color gris, carbonizado,
mustios de un frío que los "chamusquina"
y, obsoletos, ya están amortizados;
indultando de modo preventivo
cuanto brote parece afirmativo
y, cauteloso y verde, va y espera
que llegue la siguiente primavera.
Y si sobrevivimos,
podremos el jazmín y yo decir
que ya os lo dijimos.
Curiosa coincidencia:
ResponderEliminarMaría, esta mañana,
podó con mucho mimo sus hortensias