La lejana calle Feria.
Desde el balcón de la casa
él la miraba pasar.
¿Por qué, vestida de negro,
a juego con la melena
y con el grave mirar,
en el calor del verano
sevillano?
Con once años apenas,
aquel niño que miraba,
¿no era dueño de sus sueños?
¿Imaginarse podía
todo lo que le aguardaba,
lo que le sucedería
en los giros y revueltas
del delta con que el destino,
elaborando un camino
incierto, le preparaba?
Del mismo balcón salían
los acordes al piano
que sus manos ensayaban
(entre el twist y el rock & roll,
en tono de mi bemol,
lejos aún del alcohol).
¿Escuchaba el vecindario,
no entrenado todavía,
los ejercicios diarios
e inéditas melodías
de aquel rapaz solitario?
¿Son fragmentados inventos
en esta barca varada,
encallada, a sotavento?
¿Qué premonición fue aquélla?
¿Quizá sólo son recuerdos
-- los que encuentro y los que pierdo --
cuando ahora
voy mirando las estrellas?
Se agradece esta vuelta a la edad de la inocencia, pura delicia para aliviar lo que está cayendo en el "foro".
ResponderEliminarGracias desde Aluche. Salud y un fuerte abrazo amigo.
Saludos desde Zurich y.....me gusta.
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