Tus camisas a rayas
de cuello y puños blancos;
el corte personal
de tus lisos cabellos;
el acento andaluz,
sencillo y no impostado,
para que tus palabras,
que inspiraban respeto,
se escuchasen en medio
de las algarabías.
La opinión ponderada,
nunca a tontas y a locas,
que tanto ejemplo ha dado;
que marcó buenas pautas
enseñando modales
a los atropellados;
el varonil, prudente,
discreto señorío
del humor tuyo, Pepe...
Nos deja desarmados
tu última noticia.
Te echaremos de menos
lo que dure esta fiesta,
con los mimbres que queden
en la cesta.
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