Con el poniente que tomó el relevo,
estos días atrás,
hoy ondea de nuevo
siguiéndole el compás
la enseña de la R solitaria,
que no es usurpadora ni corsaria
y que desistirá del usufructo
del mástil de la esquina en la terraza
cuando regresen por aquí sus ojos
de color de melaza.
-- ¿Estás seguro de que el daltonismo
no te engaña otra vez, en esta hora?
¿De que es ése el color
que brilla en la mirada de "tu amor"?
-- La duda abrumadora que señala
tu inoportuno y cauto rigorismo
no supone una escala
dodecafónica ni discordante
ni es digresión, ni un estorbo intercala
en "Mi Propósito Mío" de antes.
Conque permíteme seguir mi canto
y alabar sus encantos
(sus caderas, sus bucles y su risa)
y así, por retornar se dará prisa
y en este simulado baluarte
colocaré otra vez nuestro estandarte.
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