Conozco tu origen, como que casi eres contemporáneo de Irene.
Así que durante cerca de treinta años (que se dice pronto) te he observado crecer, volverte más y más alto y frondoso, resistir con valentía al viento, que algún año fue más fuerte de lo que hubiésemos querido. Y aun así, ahí sigues, respondiendo a mis sobrios, pero insistentes, cuidados, al ritmo sostenido del riego y poco más.
Acompañándome, y creo que como yo a ti.
Y no me siento bien cuando ahora te miro, sabiendo que en pocos días voy a decidir tu tala, y sigo regándote como si no fuera a suceder, con un ánimo trufado de tristeza y traición.
Porque sólo respondiste a tu naturaleza, generando un previsible entramado de raíces que trastornarán la casa si no te lo impido. Y estarás (o no) conmigo que hasta ahí no podemos llegar.
Con Manolo Jardinero ya tenemos fecha para la semana próxima.
Pero, oye, me gustaría...: ¿tú crees que habrá una "nube" donde reunirnos cuando yo, también, me acabe?
Ayyyy que bonito primo
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