Un helicóptero patrulla
a baja altura sobre la playa.
Lo observo desde este acuario
que otras veces es atalaya.
Y al mismo tiempo, en el jardín,
como el reflejo de un espejo,
las libélulas hacen sin fin
el remolino de sus cortejos
Ocioso y contemplativo,
me entretienen estos matices
hoy, que estoy poco reflexivo.
-- No te creo, pero ¿qué me dices?
-- Que el mar en calma da sus brillos
y silencios ocasionales
y, ahora en septiembre, ya los grillos
urden sus ritos teatrales;
y a los sensuales frotamientos
de sus élitros encrespados
no los enmudece el viento
en sus reclamos enamorados.
-- ¿Nada que hacer?¡Qué vida llevas!
-- ¿Y te parece que estas rimas
no me ponen bastante a prueba?
¿Que la fantasía y sus esgrimas
no son un globo que se eleva?
-- Hipocampo, estás en la Luna.
-- Y ella es la Dama que me quiere,
blanca y suave. ¡Qué fortuna!
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