miércoles, 25 de septiembre de 2019

Desunidas podemos & Co.

Zancadilla va, cainita quijada de burro viene, de aquel idilio de aula y sarampión bolchevique no era imposible que, andando el tiempo, los colegas experimentasen diferentes modales y se disfrazaran con desiguales atuendos en el compartido y heroico destino de reformadores a fondo de nuestra sociedad, a la que hay que rescatar de su naufragio ideológico y funcional, como ya hemos visto que consiguieron sus iluminados precursores en Cuba y otras latitudes, asaz dichosas.
Trasunto desgarrado, como los descendidos de Sierra Maestra, con toda la pinta (y la niña y la santamaría) hirsuta y pendenciera que todo revolucionario que se precie debe exhibir a lo largo de los siglos, jefe o macho alfa ¿indiscutido e indiscutible? que "si te opones a mí, te defenestro". El uno.
El otro: aire absorto y seudodespistado de eterno intelectualito estudioso, "no quiero asustaros, porque no he roto un plato" aunque desde fuera, "fíate -- o ríete -- tú de las aguas mansas" y de paso, "¿qué se habría creído ése?, ¡se va a enterar de lo que vale un peine!".

La centrífuga pandilla asamblearia, que los secundó no hace tanto, dirime una confusión múltiple de denominaciones de origen y se apresta a elegir profeta o, alternativamente, irse atomizando en irrelevantes, aunque presuntuosas, corrientes de enfrentados y ridículos protagonismos.

1 comentario:

  1. Pionono recuerda algo que aprendió en la Facultad de Derecho allá a finales de los 70. ¿Qué hacen dos troskos?: Un partido. ¿Y tres?: Una escisión.

    ResponderEliminar