El Clavileño Estelar
casi un mes ha estado fuera.
Un taller cerca del mar
(en Zona Franca, por Cádiz)
lo albergó de mil amores
para curar sus achaques
y examinar sus humores.
Deterioróse su empaque
con la imprevista rotura
de un disco de freno aciago;
y mientras que de Germania
nos han llegado las piezas
necesarias, convenientes,
anduvimos de cabeza
casi todos los presentes.
Luego, del alternador
la pertinente correa
sufrió una cierta disnea.
-- Clavileño: ¿qué es de ti?,
pensábamos demudados,
¿por qué el Destino funesto,
por qué los adversos hados
han de tratarnos así?
La grúa lo transportaba
en el amargo trayecto
y parecía un insecto
grande, de color azul,
atrapado en una red
de gasa o de fino tul...
Ahora descansa en su plaza.
La amenaza
de su salud quebrantada
hoy parece conjurada.
El Astronauta respira
más tranquilo
después de tañer su lira,
tan en vilo.
Me alegro que todo haya ido bien y vuelva a funcionar.
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