Ahí lo tienes.
Lidiando con una ejemplar y discreta hombría, controlando, asumiendo que la vida le ha llevado a Paraíso, donde ejerce de policía sabio, aunque postergado.
La tormenta interior de un divorcio, la rutina doméstica del solitario, los largos frecuentes del bourbon-whiskey, un perro adoptado con sillón propio y calma paralela, en unos episodios donde se excluye deliberadamente el activo frenesí de otras series, y se reflexiona más sobre el lado personal del protagonista, mientras llegan los disparos y/o el psiquiatra ex-alcohólico le desgrana las posibilidades de elegir.
Curiosamente, mujeres interesantes, incluso guapas, se cruzan en su camino para truncarse luego por diversas razones.
Tom Selleck, el actor, comedido, sobrio, al margen de trivialidades y pequeños "intereses de la localidad", espera con bastante entereza y algo de fatalismo a que se aclare, o no, el horizonte.
Me cae bien, fíjate.
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