Como farol en una partida de póquer, no está mal. Y no porque la amenaza implícita en la advertencia fuera inverosímil.
Pero seguro que no iríais por ahí, a nadie conviene. Y además el mundo a lo mejor no necesita, todavía, que lo paren: basta con arreglarlo pasablemente entre todos, sin excluir ni perseguir a nadie. Y principalmente sin dejarnos embaucar por los refritos casposos que contaminan la tendenciosa redacción de los manifiestos zurdos.
Planteado así, quizá se le podría poner un NIHIL OBSTAT.
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