Tendré que mejorar el rendimiento
de mis leucocitos. ¡Cuánto siento
en tal renglón no dar bastante talla!
En cambio, la conducta y otrosíes
en la asamblea de mis hematíes,
gallardamente ganan la batalla
y se puede contar sin aspavientos
que ningún contratiempo los desmaya
y cumplen su misión con gran contento.
Los niveles, en líneas generales,
¿no pronostican, pues, mayores males?
Pues el colesterol avieso avisa
y, sin pausa y sin prisa,
me convendrá pisarle un poco el freno
para que de algún modo venga a menos.
Y el urobilinógeno, más vale
que baje un poco de sus pedestales,
así como el antígeno
carbohidrato, que "se ha pasado" un rato.
Conjugar estas rimas
en la sala de espera,
¿puede ser, algo ingenua, la manera
de conjurar los sustos por encima?
(De momento, no dice mi galeno
si me encuentra, al presente,
pasablemente bueno.)
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