Medir tu corto vuelo, gallinita,
con los alcances de ese búho sabio
ha puesto en evidencia tu visita
y la bisutería de tus cuitas
y el infeliz discurso de tus labios.
Y como siempre, se te fue la mano
pavoneándote de un falso "acuerdo"
al que ha puesto sosiego palatino
la nota del prelado vaticano
-- el Parolin, inteligente y fino --
que con suma prudencia
y acreditada ciencia
no ha querido llamarlo "bulo lerdo".
Así que la revancha codiciada
se estanca en la casilla de salida
porque una imprevisión atolondrada
siempre diseña mal las embestidas.
¿Al menos, te invitaron a café,
capuchino o expreso,
antes de despedirte y de decirte
a otro perro con ese (duro) hueso?
Tendrás que recurrir a otra artimaña
mientras tus patinazos, Carmencita,
y tus inoperancias inauditas
son el hazmerreir de toda España.
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