Al lado del sofá, arrinconadas, allí las detectó. Jugando a camuflarse con cierto resabio hipócrita entre los cables de la lámpara, con la procelosa e insegura instalación de ese cacharrito (creo que lo llaman "router" o así) de las luces minúsculas y oscilantes cuyos misteriosos temblores forman parte del infinito "INTERNETE".
Cuando procedió a su inmediata captura/exterminio, se preguntaba:
-- ¿Soy Némesis?¿Se sentirán como, según la Biblia, se sintió Elías cuando arrebatado fue por el Carro de Fuego?
Porque la repentina, furiosa succión que debió suponer para ellas el imprevisto ataque de la aspiradora ha significado el funesto final de una existencia acaso miserable, de un conato insolente de invasión nunca solicitada y repelida ahora de forma triunfal y con método consistente.
-- No eran -- concluyó -- de formato excesivo ni de aspecto altamente sobrecogedor, tarántulas o algo similar; pero, en fin, no queremos nada de arañas por la casa.
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