La erótica textura satinada
del mejillón goloso y al vapor
no es el impar manjar que nos agrada
en estas, ya, jornadas de calor.
A su seducción suma, va y se suma
el gambón generoso y al ajillo
que en su cazuela, intenso, nos perfuma
y al presente menú confiere brillo,
con su aceite dorado y virgen extra,
la guindilla atrevida de relieve
que al complacido paladar secuestra
por su profundidad picante y breve.
¿Y qué decir respecto al salmonete
que, enharinado, en la sartén se fríe
y parece oriflama en minarete
cuando a satisfacción Ud. sonríe?
Luego, de sobremesa,
el delicioso aroma del café
anuncia su sabor. ¿Habrá sorpresa
que sobrepuje tanto minué?
(Correremos un velo de misterio
que no precise y mantenga la duda,
y habrá que resolver sin mucha ayuda
y a veces con ecléctico criterio
si un tocino de cielo
o un tembloroso flan al caramelo.)
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