El público separatista de la región catalana aireó cumplidamente su frustración y su cabreo al ir comprobando que los objetivos que sus tramposos cabecillas habían prometido se van volviendo inalcanzables.
Quizá no haya que descartar algo de ingenua ignorancia y de temeraria inmadurez entre los ingredientes de ese comportamiento; porque el redomado cinismo de la camarilla dirigente (embozando en retórica y tontos oropeles las consignas oportunas para lograr el mangoneo absoluto que iba a garantizar la ocultación y la impunidad de sus gigantescas chorizadas) supo desde luego sembrar una engañosa apariencia de posibilidades "disney" y fingir un camino de rosas, ahora envenenadas, a base de agitación, propaganda falsa y sostenido fomento de egoísmos y rencores, de todo menos sanos.
Ahora, los más visibles figurones del desaguisado van pasando por los filtros de la LEY que debe controlarnos a todos; no de esas leyes caseras que redacta a la medida de sus antojos el puñado de frescos tunantes a los que el público que decimos, intoxicado y estafado, encrespado de modos, sale a defender con obcecación y a pesar de los pesares.
Y es que sarna con gusto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario