Como la añoranza es libre, ya se echa de ver en la recreación de esos ferrocarriles de lujo maravilloso que fueron exponente notorio de una época que cultivaba la belleza, en vez de la mera funcionalidad que, socializando que es gerundio, ha terminado por marcar con adocenamiento y vulgaridades feístas nuestras décadas más recientes.
Así, las imágenes del Expreso de Oriente-Coches Cama, etc. son una gozada y el asesinato resulta lo de menos, sobre todo si, como es de esperar/temer, en las logorreas que pretenden explicar los abstrusos vericuetos argumentales de los relatos de doña Ágatha, se pierde el hilo en cualquier punto, bajo la presión agotadora de las deducciones, implicaciones y conclusiones del detective de los mostachos extraordinarios, meticuloso y tiquis-miquis a sus horas y tirando a pedantón con relativa carita de bueno, el resto del tiempo.
Banda sonora con pasajes de lucimiento y reparto de figuras del cine para esta versión y revisión de la célebre aventura, con hermosos fotogramas, paisajes y exquisitos miramientos de tradición elitista y elegante para unos privilegiados y afortunados viajeros.
Leo las novelas de Agatha Christie al margen de los argumentos y con relativo desinterés sobre quién es el asesino. Lo mejor, lo que usted indica: el tono, los ambientes. La añoranza de un tiempo civilizado.
ResponderEliminarSaludos de su lector.