Crisálida envuelta en las sábanas de flores pequeñas y azules, la mujer dormida en la habitación de arriba se da un respiro en sus numerosos quehaceres, plenos de actividad y proyectos, en sus históricas preocupaciones, en sus profusos parloteos, haciendo acopio de la energía que, incluso dispersa en ocasionales encrucijadas y bifurcaciones (que coloquialmente denominamos "Y griegas", sin mayor referencia ni conexión semántica con los yogures ni con Platón), empleará a lo largo y ancho de una jornada más, para ir poniendo orden en nuestra vida y milagros y paulatinamente reanudar este camino que, con meandros y todo, sabemos nuestro.
De paso, contribuye con arte a deshacer predestinados trombos en mis arterias desmedradas, como no dejan de reconocer y señalar los más acendrados analistas de diversas y abstrusas logias de la Alta Masonería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario