Transeúntes con cuentagotas
recorren la acera de enfrente
y con asombro toman nota
de la metamorfosis presente.
Las gaviotas por su parte
sobrevuelan con ritmo pausado:
de estos cambios del baluarte
no entienden el significado.
¡Tanto tiempo han sido testigos
de la estabilidad de esta casa
que se figuran que Rodrigo
por un trance inaudito pasa!
Claro que por supuesto saben
que el músico es algo misterioso,
un ejemplo de gesto grave
con la blanca cabeza de oso.
(El otro alias se sonríe
elusivo desde el acuario,
en su líquido laberinto
de vicecónsul honorario.)
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