La Niña de las Tres Ruedas:
-- Rudos, vulgares, de una prepotencia medio machista y ordinaria.
El Hipocampo:
-- Bueno, no te lo tomes así, no es exactamente eso.
-- Pues no estoy de acuerdo. En todo el paseo, apenas hemos visto ningún modelo verdaderamente elegante, aristocrático.
-- Pero ya sabes lo que ocurre: es una competición deportiva XXXL y tanto el evento en sí mismo como la mayoría de asistentes (los que anduvieron de acá para allá) son de esa cuerda, de esa estética.
-- Si se puede llamar estética a "eso"...
-- Vamos, no seas clasista. Con los tiempos que corren, si cualquiera te oye...
-- No me importa un ardite.
-- ¡Atiza, tú también con los vocablos literarios y en desuso!
-- Ya ves, todo se pega.
-- Vale, no te mosquees. ¿Puedo decirte una cosa? Eras la más guapa, la más ancha de caderas y la excepcionalmente azul.
-- Tú y tus piropos. En fin, entérate esta noche de quién, de esas dos lumbreras, gana en Francia, y mañana me lo cuentas.
-- Sí, corazón.
Pionono está más del lado de La Niña.
ResponderEliminarDe entre todos los males
que a este anciano ya afligen
ninguno es comparable
con el de ...¡los amotos!
Mayores o chavales,
soñando que compiten,
cual orate inestable
Se juegan, cuando menos, huesos rotos.
¡Me importan un ardite!