Como desprendido de una pesadilla entre Orwell y Kafka, este lúcido ensayo sobre los venenosos vértigos de la globalización dispara a varios objetivos, desenmascara vicios que ya están entre y sobre nosotros y que terminarán por no tener nada de fantasía y sí mucho fundamento en el crecimiento monstruoso de la tecnología como lacra universal.
La manipulación extrema que se nos inyecta de modo permanente es la herramienta perversa que transforma al rebaño infinito en una inmensa horda de talibanes fanatizados hasta el delirio, que rápidamente deriva a jauría con ciegas aficiones persecutorias, a sindicato de verdugos contra la persona que lucha para mantener un mínimo de decente y sana individualidad.
En esa escalada -- el personaje de la joven "heroína" protagonista --, la ambición profesional, el espejismo del ego, el contagio fascinado del credo corporativo, son los mejores virus para el más abyecto sometimiento y para una humillación garantizada en un mundo que vendrá a ser una gigantesca charca de espías.
Y aunque, en la peli, los capitostes de la trama casi resulten ser el "Alguacil alguacilado", nunca faltarán los embaucadores que prometen seguridades benéficas y utopías al precio abusivo de los controles absolutos y de la aniquilación de la libertad.
¿Verdad que escama? ¿Verdad que no era fácil imaginar el estandarte sangrante de la nueva tiranía que se ha levantado contra nosotros?
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