Vista la alarmante impropiedad de la cartelera cinematográfica en las salas de exhibición locales, a la sazón inundadas de películas infantiles y/o españolas, que ni unas ni otras son santo de mi devoción, no he tenido más remedio que sucumbir a las tentaciones antilínea, aun a sabiendas de que "no debería".
Así que, en vez de la clásica y acreditada sesión matinal, he recalado en uno de esos supermercados tan bonitos y, amén de otras sugerencias varias que se han ido depositando espontáneamente en el carrito de la compra, hoy se vienen al Santuario conmigo unas TORTITAS NEVADAS con Canela, de Inés Rosales, en cuyo envoltorio reza la prudente afirmación o divisa de que las diseñan "sin grasa animal".
Claro que las dos últimas palabras resuenan como un culpable aldabonazo en la conciencia, de suyo laxa, del Hipocampo. Pero ante las acumuladas adversidades de la vida, se requiere un detalle que signifique, a lo menos, una válvula de escape sin la cual, a estas edades, hay que ver cómo se sufre.
Hasta mañana, queridos. Si Dios quiere, que últimamente está en un plan...
Me gusta mucho este Rodrigo! Te veo bien, maestro!
ResponderEliminar¿Habrán sustituido la grasa animal por grasa de palma?
ResponderEliminarQuién sabe....