discurren "Gold" (o sea, oro), con su vuelo o sueño casi épico, que puede deberse en parte al escenario de la frondosa selva y los grandes aguaceros, al río caudaloso y al objetivo aurífero que tan estrictamente designa el título, y "El fundador", más pedestre y pragmática, como corresponde a un paisaje de familiar proximidad y propósitos más directamente mercantiles.
Pero ambas apuntan al logro desmedido del dinero, del éxito y de la embriaguez y las vanidades que el asunto conlleva.
Como es de cajón (en casi cuatro años de este "blog", quizás es la primera vez que aquí se "encaja" este giro) hay vencedores y perdedores, curiosamente todos ellos inmersos en los vértigos y las seducciones propias de esas ansias. Y una preponderancia de papeles, de personajes masculinos.
Con lo cual salta el contraste en "Moonlight"(o sea, luz de luna, ¿verdad?) cuyo protagonista agoniza en un profuso catálogo de conflictos, rechazo, marginación y atormentadas sensibilidades que se van exaltando hasta agobiar al observador, quien se queda un tanto al margen de obviedades ya trilladas, al espectador, incrédulo del idealizado y bastante inverosímil "romanticismo" que aflora en el tramo final de la "peli", y que nos deja pensando si no son la compasión y la conciencia culpable y revisionista de nuestra sociedad (tan dada a la corrección política) los factores de peso para el galardón extremo que la magna academia de Hollywood dejó caer.
Por cierto. en el fragmento utilizado de la célebre canción "Cucurrucucú, paloma", con el oído que les queda, ¿no les pareció escuchar con sobresalto "eXtremecía", con esa X en medio que consigue estremecernos de pavor fonético?
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