Era previsible. La segunda vez que asisto a nuestros almuerzos concertados, vistiendo con corbata. La de hoy, art - déco.
Vengo despacio, con selecta música de fondo. En el salpicadero del "Gordo", el marcador correspondiente me hace notar que viajo relajado, cambiando las marchas con perezosa conciencia: 70 kms/hora de media.
La visión de este Mar que, en cuanto te descuidas, va a dar a Estambul (a la que Don José Rey seguía añadiendo "la antigua Constantinopla") contribuye a la calma, bienhechora, noble, clásica.
A partir del Puerto de la Duquesa, ya voy de absoluto y descarado paseo, señor mayor en deportivo de diseño. Hemos quedado a la una del mediodía; y somos puntuales como los mejores Longines.
Veremos los yates, comeremos pescados, nos pondremos al día.
Al regreso, un sol de tarde, como un generoso medallón de oro, me recibe.
Buena jornada.
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