Me indujo un espejismo a desearos
y la insatisfacción y el desengaño
hicieron su labor. Menos de un año,
para extinguir esta ficción de amaros.
La sugestión y el resplandor del fuego
pensé encontrar en vuestros atributos
y en cambio siento la ilusión de luto,
de un malogrado y creciente despego.
¿Acaso he confundido las señales?
¿Me llevaron los cantos de sirena
a ponerme yo mismo unas cadenas
de eslabones apenas musicales?¿Será verdad, al cabo del camino,
que la estabilidad no fue mi fuerte,
que el polvo enamorado era mi suerte,
(como dijo Quevedo) y mi destino?
Cuando me paro a contemplar mi estado
Garcilaso, doliente, así escribía.
Yo también paso por la vida mía
como un alumno torpe y obstinado.
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