Consecuente con la urgencia de terminar con la interinidad de la política española, Rajoy, y lo sabe, se expondrá a gobernar con apoyos escasos y además contrapesados por el clima de rechazo (de animadversión) que se viene sembrando por la propaganda de la izquierda desde hace años.
Una izquierda sectaria y manipuladora que casi nunca señala otra corrupción que la que afecta al PP, como si no "cocieran habas en todas partes". O la más radical que se propone liarla parda, sin más. O la separatista con sus sempiternas quejas "surres".
Mariano descarta la baza de llevar al personal a unas terceras elecciones en las que acaso podría obtener la mayoría suficiente que el absurdo sistema electoral que tenemos le escamotea. Antepone así lo general a lo personal y a lo partidario, cosa muy opuesta a lo que hacen otros.
Esos otros que no le van a reconocer el detalle sino que, rencorosos, se dedicarán a incordiar todo lo posible para derribarlo: los infumables.
Ley electoral de listas abiertas corregiría tanto desatino, me parece a mí.
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