Con el torpe empecinamiento de sus embestidas, el defenestrado secretario general deja su partido hecho unos zorros y comprometido a una rectificación tan necesaria como incómoda. Más vale tarde -- la gestora -- que nunca, desde luego.
Pero lo impresentable es que, para llegar a esto, nos podríamos haber ahorrado el estéril y largo compás de espera que las ínfulas veleidosas de ese inquieto gallo de corral nos han hecho soportar.
El "no" que a todos perjudica y colma de aburrimiento, y cuyas consecuencias tardarán en poder evaluarse.
Ese monosílabo le va a costar al PSOE muchos años de recuperación. Aunque pienso que volverá a la escena, con todas sus siglas limpitas y relucientes. Este tránsito será al final beneficioso para todos los españoles de bien.
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