No lo veo.
Miles de personas portándose como en un macrofestival de rock o de otra música cualquiera (que a todo eso lo llaman "conciertos", serán bárbaros), jaleando a la figura del Santo Padre con unos aires de romería demasiado festivos, banderas, gritos, bullicio, yo qué sé.
Y cámaras de televisión y ruido en los medios, no faltaría más, y tremendos, gigantescos espacios, unos sitios con aforo para albergar tan grandes muchedumbres enfebrecidas.
Me da que esa feria la empezó, o la impulsó sobremanera, el polaco, que le tenía afición mucha al espectáculo y luego ni siquiera el sucesor, tan recogido, tan seriecito, tan estudioso, pudo contravenir la inercia (a saber qué intereses habrá también en juego), y ahora este bondadoso y calmoso transatlántico.
Será el signo de los tiempos. De estos tiempos bobos y horteras del "selfi".
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