Uno ya entra barruntando que aquello le va a poner "el corazón en un puño". Y sí.
Porque una infortunada mezcla de imprudencia (o temeridad) y mala suerte, colocan a la protagonista en un trance agónico y desesperado, cuando aquello iba a tener carácter de feliz esparcimiento y casi romántica, cariñosa evocación y peregrinaje maternofilial.
"Infierno azul", como película de tiburones, no desmerece de otras anteriores; en ciertos detalles, incluso las supera. Y no es mucho destripar, si aclaramos que la chica al final se salva, merced a una conjunción estupenda de útiles conocimientos en medicina y la oportuna intervención auxiliar de la tecnología, tan de moda en la actualidad.
Con Ortuño y otros colegas, frecuentamos, años atrás, la cultura del neopreno, que daba origen a las ironías de Tony Luz, pero que ahora nos hace apreciar mejor las imágenes del film.
Aunque el Hipocampo, hoy en día, piensa que donde se ponga un buen acuario...
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