Entre costuras y zarzuelas, todavía hemos tenido, tras la excursión a Asturias (Pajares, chipirones, chochinos --adivinen qué son-- en Tazones; la sobrecogedora solemnidad de Covadonga, el Gordo con neumáticos de estreno, el camarero ex-motero; los selfis, los selfis, los selfis, uuufff!; la siempre hermosura del paisaje, las anécdotas eternas de Luis), ocasión de asistir a "Deuda de honor", cuyo humor seco, brusquedades sabias, una conmovedora música en las secuencia inicial y unas perspectivas no muy usuales, la hacen obra singular e interesantísima del veterano Tommy Lee Jones, más que digna de ver, disfrutar y admirar.
Ayer, de regreso a los lares sureños, el Clavileño Estelar ciñó a sus airosas formas, a su mástil, el vuelo ligero, el elegante flamear vaticano, enseña adaptada, después de años de archivo, por la habilidad paciente e "inventora"de Maritere, a pesar de vicisitudes, sobresaltos y otros no siempre livianos menesteres.
Comprobado que el panorama no mejora (¿y por qué habría de haberlo hecho?), el Hipocampo, desalentado, no quiere empero desatender por completo su voluntaria deuda de honor y, aun descartando todo compromiso, procurará siquiera de modo distendido/discontinuo, seguir dando algún curso ocasional a estas anotaciones.
Porque, claro es, nunca ha pretendido estar hecho de acero inoxidable, sino del hueso y la carne mortales que el tiempo disolverá de manera cómoda y natural.
Y acontecer que somete a la dulce o, al menos, cortés comprensión de Vuesas Mercedes.
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