Si el rebaño no fuese tan torpe, tan poco analítico, tan facilón como una manipulable plastilina escolar, jamás tendría salida esa mercancía vuestra, de tal modo falsa y defectuosa que ni en las peores "mantas" de la calle se podría encontrar algo así.
Pero agitar el descontento, sembrar cizaña y mentir a diario, aunque sea con más obstinación que inteligencia, son actividades que pronto dan su fruto envenenado.
Ahora vamos a ver, en ese guiñol barato, cómo la cosa en realidad va de mordiscos recíprocos, de empujones por el sillón, del rancio mal olor que caracteriza vuestra rampante y ordinaria sed de figurones, de fantoches a quienes sólo importa cuántas decisiones tomarán (a menudo arbitrarias e interesadas, siempre malamente camufladas con el maquillaje de una "democracia" tanto más cacareada cuanto ficticia) y cuánto dinero se podrá trincar, mientras dure el mando.
Y todavía tenéis la cara de predicar y de criticar las chapuzas ajenas como si no tuviérais la viga en el ojo propio.
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