Son tantas nuestras claves,
los guiños que hace tanto compartimos,
que entiendo que tu afán de corrección
es todavía muestra de un cariño
que el ímpetu desata;
aunque jamás podría yo sentirlo
como que tú, colchita de piqué,
tienes ganas de darme alguna lata.
Jamás “metes la pata”
y, si así fuera, lo condonarías
con tu atención sensible y entregada;
con tu margen de amor, con lo que sabes
que vivo agazapado procurando
no hacerte daño mientras sigo andando.
Daría, lo prometo, cualquier cosa
por coincidir, por complacer tus cotas,
por ser exactamente lo que esperas.
Y fíjate en qué modo caprichoso
nos maneja el Destino, nos empuja,
sin darnos elección:
no soy como tú quieres; sin embargo
sigo pensando más de cuatro veces
que eres la reina de mi corazón.
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