viernes, 3 de julio de 2015

Diferentes y parecidas




Desde la Venus de Willendorf (y antes) hasta Papá Levante (y después), el mundo, la Historia, la especie transitan, o se apañan, entre vaivenes y bandazos, siempre signados por el “eterno femenino”.
Escalofriante plantearse siquiera un catálogo apenas que, desde luego, habría de quedar insatisfactorio. Pero síganme:
Nefertiti y Judith; María Magdalena; las modelos que inspiraban a Fidias y Praxiteles; las intrigantes consortes de los emperadores romanos; Brunekhilda, Juana de Arco, Verónica Franco; Paulina Bonaparte y Mariana Pineda; Catalina, cómo no, de Rusia, Marilyn, anteayer, la Mazagatos, en un descuido, la Cospedal, haciéndonos condonar sus tropezones, marrones y laberintos, con su reciente corte de pelo y su bronceado guapo …

¿Y ahora resulta, Pantoja, racial y abismal hembra de los profundos sures, que no sabías las cuentas galanas de Julián?
¿Ni tú, Cristina, tan aséptica y europresentable, con la añadidura heráldica de la noble estirpe, las facturas de diseño de Iñaki?
¿Ni tú, suavona buenorra, rubiasca y contestataria, (Tania, qué cosa, te dieron por nombre en el registro), la cañería proleta que desaguaba fondos en cascada para los inventos de tu espabilado hermano?
¿Cómo tan parecidas y tan diferentes? ¿De verdad os pareció que, lenta y todo, la Ley no iba a tocaros? ¿NUNCA?
¡Señor, Señor, las cosas que hemos visto!

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