Así transcurrió el tiempo. O quizá, como siempre: fue
sólo la inconsciencia que tuvimos del tobogán (visto y no visto) por el que
imparablemente anda deslizándose.
Una expresión circula por ahí, de resonancia algo
deportiva: tiempo de descuento.
Desconozco su precisión pero suena muy descriptiva.
Igual no puedo trasladarte esta certidumbre desoladora;
hacerte sentir lo que para mí es ahora y para ti será, cuando sea, todo lo que
hemos ido perdiendo. Todo lo que dejamos de hacer, hasta que ya no vendrá, no
viene a cuento.
¿O aún habrá, antes del último día, una botella de vino
portugués y una puesta de sol para nosotros?
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