¿La gloria que mostráis es
verdadera
y cierto el azabache en
vuestros ojos,
o son mis desvaríos, mis
antojos
que me fabrican tal “ficción
de amor”?
¡Ay, Leonor!
Salgo ahora de veros
y está la luna llena,
y no me pueden cantos de
sirena
librar de vuestro hermoso
resplandor.
¡Ay, Leonor, amor!
¿Y moriré sin saber vuestro
aroma,
vuestro celeste arrullo de
paloma?
De adorar vuestro cuerpo como
un loco,
uno de estos viajes,
¿perderé tino y pie y saldré
volando
por cordobesas lomas que hoy
evoco
al contemplar vuestros senos y
nalgas
desnudos bajo el blanco
delantal?
Leonor, voto a tal,
que ese sublime paraíso quiero
que concedáis a aqueste
caballero,
de vuestro amor mendigo,
la barba blanca y el nombre,
Rodrigo.
(Versos publicados en “La
primera vez… ”)
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